viernes, octubre 14, 2022

ella compró una maceta con una planta de ají y la trajo a casa. toma, dijo sin más, estirando las manos. fue al final de junio, un mes gris que cubre lima de niebla como la funda de una almohada mientras la llovizna moja los autos y las veredas.

escucho voces afuera de la casa y recuerdo esta escena mientras revuelvo mi café sin mucha voluntad. no tengo muchas ganas hoy, me digo y pienso que han pasado casi dos años

por la noche, al regresar, he notado algo nuevo en el alfeizar de la ventana. el ají ha florecido y han brotado tres, cuatro pequeños frutos rojos y verdes. 

y aunque nosotros no hablamos más, la noche es hermosa y yo puedo leer, a pesar del calor, un último poema.